Prisión // Didier Andrés Castro

Prisión

Un rayo de luz cruza el pasillo hasta el cuarto, las paredes se ven de tono gris claro y en el techo una mancha de humedad toma la forma de un lobo, parece perdido en el bosque, ¿cómo puede perderse en su propio hogar?, tengo la verga en la mano, dura, como habría querido tenerla hace tan solo treinta minutos atrás, ¿qué pasó?, sin duda acaricié esas tetas, sí, claro, las tuve en mis manos, lo había deseado desde hacia tanto tiempo, pero no sé que pasó, estaba ahí y mi lengua y su cuerpo y entonces, ¿qué? Nada, así, nada más, nada, ni siquiera estaba nervioso por ello, pero nada, es extraño, en verdad me sentía excitado, la tenía dura, lo sentí, ella la tomó, no sé qué pasó, verla a la cara de nuevo será difícil, todo ese silencio incomoda dentro de la habitación, no hay nada excepto pensamientos y un pequeño halo de luz, y la mancha en el techo, el lobo que deambula en medio del bosque con su mirada llena de ira y desconcierto, ¿qué dijo ella? Nada, no fui capaz de decirle nada porque llevo días con esta sensación dentro al verme al espejo, no estoy lo suficientemente buena, por eso me dejó K, necesitaba esto para sentirme viva, en fin, la condena, soy yo aquí encerrada en el baño, no, soy yo aquí sobre la cama, en realidad es mi culpa, estaba tan emocionado que no supe controlar mi cuerpo, es como si me hubiera perdido en el torrente de emociones camino a casa, estuve duro todo el trayecto y en mi cabeza repasaba las cosas maravillosas que haría para impresionar, era como si repasara una a una las preguntas y respuestas a un examen, haría esto primero, besos, le agarraría las tetas y luego le mordería la boca, exactamente eso, luego descubriría su abdomen y allí dejaría sentir mi verga dura y enorme, esta verga que ahora en el cuarto vacío se yergue como un monumento entre las sombras, como un faro que indica el norte al los lobos perdidos del bosque, un símbolo, era eso, lo pensé, yo dejaría que me besara, sé que le gustaban mis tetas desde siempre, lo vi en diferentes ocasiones fisgonear bajo mi blusa, era mi puerta de entrada para dejar de sentir este dolor, para entregarme de nuevo y abandonarme a los brazos de alguien más, cuánto extraño sentirme viva de nuevo, cuán extraño fue sentir su coño en mi boca, el sabor era delicioso, fantaseé muchas noches con esto, cuando no podía dormir era en esto en lo que pensaba, imaginaba su cuerpo desnudo, pero aún así era extraño, la conocía, ella me conocía, el amor que sentía era dispar a la atracción en ese momento, no sentí que la ayudara, al contrario, hundía la daga que traía clavada en el pecho, recordé a L, y como después de ella me lié con N para tratar de olvidarla, pero lo único que conseguí fue sentirme más solo, no podría hacerle esto a ella, ¿o sí?… N me contó que lloró la primera vez que estuvieron juntos, aunque dijo también que había sido el mejor polvo del verano, no estoy segura de si aquello era una señal de que era una buena persona o alguien completamente roto, sin embargo, creí entenderlo luego de la partida de K, quería dejarme ir, quería entregar todo, quería dejar de sentir, las cosa no van bien, y tenía esta oportunidad de no pensar en nada mas, de vivir un momento intenso que se acoplara al mismo instante en que es vivido, nada de pensamientos sobre el pasado y el futuro, nada de K, tampoco, nada de L, nada de N, nada de ninguno de nosotros dos, solo un cuarto a media luz en el que dos cuerpos intentan alejarse, pero nada, nada, mi verga no pudo levantarse, su verga no pudo levantarse, lloré encerrada en el baño, lloré al descubrir un lobo perdido en su propio hogar.

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