Lo sagrado es algo así como la reverencia que le tengo a mi cepillo de dientes magullado. No lo tiro por el terror religioso que me inspira ver sus cerdas impregnadas de muerte aséptica. Ese es el sentimiento de asombro que encuentro en estos textos de Jesús García Mora, escenas donde un imaginario plastificado conforman los nuevos altares del rito y de la identidad.
E.L.A.
Alguien robó mi identidad y vive en Miami
Si alguien robara mi identidad, seguro podría utilizar mi crédito para obtener una casa con mi nombre, un carro de lujo a mi nombre, comprar despensa en walmart y tenis en la nike. Este alguien podría extorsionarme mostrando fotos mías, videos inapropiados míos, podría amenazarme con un secuestro exprés, pero él no sabe que ser secuestrado no representa algún miedo para mí, ni si quiera sabe que mi temor más grande es que me roben mis poemas. Seguro ese alguien teclea y teclea claves en su computadora antigua Intentando descubrir mis más profundos secretos, pero mis más profundos deseos están en el cajón de mi escritorio. Podría intentar cruzar al Otro Lado para comprar una hamburguesa del jack in the box, pero eso no sería posible porque cuatro inmensos gringos me detendrían por ser un terrorista seguidor de Ilich Ramírez y tener a crédito un tanque de guerra y un lanza llamas, claro que eso sería una gran mentira porque a mí me dan miedo las pistolas y todo eso de lo que se me acusaría es a causa de mi robo de identidad. Seguro si supiera quién me clonó mi mastercard, lo retaría a golpes Y le diría: ven, puto de mierda, te romperé el hocico y un montón de sangre correría por el suelo de donde nos encontremos. Pero si no supiera quién robó mi identidad, juntaría a mis miles de amigos de facebook para armar la manifestación más grande que se haya visto en el planeta, lucharíamos por encontrar al estafador, pero seguro un poeta del parkour subiría a lo más alto de la glorieta y con su megáfono comenzaría a gritar “el hacker es un pendejo, le robó la identidad a este muerto de hambre”. Sin embargo yo me lo imagino con una mansión en Miami, manejando un Rolls Royce igual con el que soñaba Arana, usando gafas de quinientos dólares y fumando habanos frente a la playa. ¡Oh, malditos clonadores de tarjetas de crédito! Me lamentaría antes de dormir, en medio del tráfico, en la fila del banco, y jamás sería feliz porque sé que el estafador se compra chanclas a mi nombre, trajes de baño a mi nombre, relojes a mi nombre, y todos los malditos playeros pensarían que soy él. Jamás sería feliz porque que imagino que el hacker pasea entre los inmensos edificios tomando café de Starbucks, usando camisetas hawaianas y mostrando su dentadura perfecta a todas las güeras de la ciudad. Pero si alguien robara mi identidad no descansaría hasta encontrarlo, le haría una mata león al cuello, recuperaría mis datos, mi mastercard, y él dejaría de ser yo.
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El ritual de papá
Todos los días a las siete de la mañana mi padre ora ante una cruz de madera le dice no sé cuantas cosas y se marcha a la carnicería. Como es su costumbre se persigna con el dinero en mano de la primera venta del día. En una de las esquinas de la bodega prende la veladora de los abuelos en silencio les pide que desde el cielo nos cuiden y nos bendigan. Por las tardes toma su estampilla de San Judas Tadeo lo mira directamente a los ojos y lo vuelve a guardar en su cartera. En las noches hace corte de caja apaga la veladora y se va a la cama: dios es ventrílocuo y mi padre su muñeco favorito. ------------------------------------------ A lo largo de mi vida he coleccionado infinidad de relojes todos marcan una hora distinta también guardo diferentes tipos de llaves y no sé en qué cerradura entran. Mi padre escondió las pinzas de presión porque las utilizaba para apretar mis dedos. Desde que mamá no vuelve recopilo todo tipo de cosas Mis objetos favoritos son los carretes de pesca. Cuando nadie me observa entro a mi cuarto subo a la cama y simulo que estoy en un puerto con mi madre.
Jesús García Mora, Tijuana, 1986. Escritor y docente. Autor de los libros “Detrás de la caja registradora”, Ediciones El Humo (Querétaro/2016) y «Tengo la noción de lo que es un martillo», ICBC (Mexicali, 2017). Forma parte de varias antologías poéticas y ha participado en diversos encuentros literarios.