-¿Será que ya luego pueda este instante valer como resonancia de lo que fuera una indiscriminada vagancia de lo que fuera lo único otro posible sin la conciencia?-
sacando la chispa luego el humo mirando en el cielo la hora volviendo marcando salida
-¿22:40?-
pequeños riachuelos rompiendo el conato que el pensamiento acotara al desplegarse desperezándose negligentemente irresponsablemente sabiendo que la soledad no siempre es grata retomando el camino tristemente
-persiguiendo el tiempo-
sintiendo caer con todo su peso una tristeza indecible la misma de siempre retomando la tristeza andando
-persiguiendo el tiempo-
fingiendo casi guardando lágrimas fingiendo la eterna identidad de la tristeza buscándole palabras confeccionando objetos guardando el fingimiento llorando hacia adentro pues hacia afuera no hablarían las cosas éstas de cosas ni así la chancla esa perdida entre la crápula hace días encontrada por fin engañosamente entre un tumulto perverso de ruidillos escondiendo la ausencia de todos en casa cuando quedara la luz prendida la puerta abierta sombría la calma surgiendo de repente como un recuerdo
-no-
una memoria
-¿23:04?- -¿Por qué me persigue el tiempo?-
quitando a lo sentido las palabras guardando el fingimiento llorando hacia adentro mirando sobre las iras de una espera insospechada mirando sus rodeos vanos mirando cada paso darse y sin sentido mirando las sombras bajo el camino de los cuerpos mirando el mirar la mirada quitando las palabras acallando en vano para siempre otra vez quitando las palabras clausurando las fisuras su fluxión de lindes como cerrando los ojos sintiendo del tiempo un tiento llorando hacia adentro quitando las palabras callando precisamente el viento al caer por fuera como lloviznando esta vivencia.
-¿Cómo se siente el tiempo?-
Diego García Trejo, Guanajuato, México, 1994. Con en filosofía y en música, ejerciendo una labor híbrida entre éstas, siempre en la procura por la radicalización de la expresión.