En el siguiente poema, Elizabeth C. Lara explora la figura de La mujer maravilla como una especie de línea del tiempo que es atravesada por movimiento sociales, políticos y económicos. La mujer maravilla como una alegoría, como la experiencia de miles de mujeres, como el ocaso de la lucha de los setentas, como lo que pudo ser y no llegó a ser.
K.M.C.
Wonder Woman
Heroína de tiempos desesperanzados, naciste quién sabe cómo, más con la fuerza cansada de la guerra. Sin ser un adorno la tiara poseías; con ella hiciste caer villanos, hombres injustos y antiguos arquetipos de poder. Sabías que el mundo era tuyo, no eras la novia o la conquista. Tu principal superpoder no era la fuerza o volar, era ser fiel a ti misma. A diferencia de otras, tú, no necesitaste usar el disfraz de la fragilidad. Eras como todas las princesas guerreras: Indestructible. No tenías que escoger entre el traje y los deberes diarios o la lista de buenos prospectos para realizarte. Tenías habilidades de batalla superiores: superioridad sin contraparte masculina, amor y paz sin lo hippie; un símbolo de lucha feminista y un cuerpo que obtuvo todos los derechos de la liberación sexual. // Tarde te diste cuenta de la ficción. Como el alcohólico que cree tener el control de dejarlo, creíste, una vez más, en tu poder. Fuiste tu propia archienemiga, queriendo juntar los brazaletes: Wonder-Woman. Por querer ser la esposa pusiste sobre tus hombros el cuidado de los hombres. Los en-maravillaste a todos y, maravillada, viviste la maravillosa vida de los cumplidos, las flores, el orden habitual. En vano deseaste no llegar a ser la condicionante de tu sexo. Le diste el anillo de poder violeta del amor a un brillante Wunder-Mann; que nunca dejó de brillar ni los niños ni —por mano tuya— tu hogar. Si tan sólo hubieras sabido que tu debilidad no era el sexo ni el matrimonio nuclear ni la toxina de los hijos, que tu debilidad era: olvidarte de ti misma. /// Lazo de la verdad: Eres la figura creada por William Moulton Marston y su relación poliamorosa para remediar el arquetipo fallido: un personaje femenino con toda la fuerza de Superman más todo el encanto de una mujer bella y buena. —tan bella y buena como Lynda Carter. Ahora reconocerse es triste: el eterno traje no era ese sino otro, el que nunca quisiste usar, del cual juraste haberte salvado.
Elizabeth C. Lara (La Paz, Baja California Sur, 1992). Es egresada de la Licenciatura en Lengua y Literatura de la UABCS y los diplomados en Creación Literaria y Literaturas Mexicanas en Lenguas Indígenas del INBAL. En 2018 obtuvo la Beca “Inés Arredondo”, para asistir al Encuentro Internacional de Literatura: 13 habitaciones propias, en 2020 formó parte del Taller de Poesía en Español con David Huerta en Under The Volcano y este año obtuvo una beca en Casa Octavia para participar en el taller “Entre las redes de un poema: confeccionar partituras poéticas en el siglo XXI” impartido por Sara Uribe. Su poemario Grietas, con el que ganó el Premio Estatal de Poesía Joven 2017, se encuentra incluido en la antología Altares publicada por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC). Algunos de sus poemas más recientes están publicados en dos antologías descargables que se liberaron en 2020: Selfie Poética y Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989 – 1999) ambas editadas y compiladas por la poeta y editora Zel Cabrera. Recientemente, fue publicada en la revista “Fractal” de San Diego Poetry Annual.