Luz, navaja, flor y ternura engloba unos versos que son hervidos en pequeños saquitos del té de los suelos. Sin gafas, solo recordando que se es piel. Que quemamos, que emitimos calor. Más allá de la pantalla están todos los amigos armando fogatas en alguna playa y las sonrisas los atraen hacia una selfie para subir a Instagram por 24 horas. Sobre efímero que se consume. Pero la poeta lo hace eterno en estos poemas. Martina Cruz sabe cómo transformar una actividad común en alta ceremonia.
F.E.T.E.
Cuando el médico dijo que tenían que tatuarme
le grite a mi mamá mi padre era invisible si me tatúan esto va a ser para siempre me agarraron a la fuerza entre los dos mis padres en equipo por primera vez el médico se puso los guantes de látex y dispuso la aguja: sobre mi pierna dibujo un punto negro un punto rojo es para que caiga el rayo dos veces en el mismo lugar
Un verano vi a mi padre meterse al mar
por última vez su cuerpo sobrevivía a las olas que mordían para reafirmar su verbo y romper una bandera flameaba el eslogan punto límite y a ambos nos pareció un buen chiste un año después, fui a una playa desierta en otro país con un hombre que había visto unas tres o cuatro veces él se metió a un mar hostil con las cicatrices de la operación recién puestas salió del agua como salen los monstruos marinos y los niños con la certeza de ser invencibles esa vez, nos reímos como se ríen los que se salvan con la sensación de tiempo regalado como si la vida fuera un jardín o un refugio una postal de un amigo o la espuma hoy quiero ir al mar caminar por balnearios vacíos en pleno invierno ir al mar no para empezar ni terminar nada de hecho para continuar comprendí algo cuando vi a una niña ver el mar por primera vez no sé explicarlo pero no quisiera que nadie esté en una camilla de un hospital entrando al quirófano sin saberlo
Esta es la primera vez que apago
el motor y me quedo a oscuras ahora me gustaría estar sola para siempre no abrir más esta boca hacerme de hojalata descansar como guerrera dormir las horas correspondientes sonreír en los subtes mantener algún fuego vivo bien adentro para poder entrar a mi cuerpo y ver luz prendida en el fondo sentir que aún hay partes de mí que quieren sobrevivir escribir una historia donde mi cuerpo pueda calmarse sin que implique una derrota no quiero escribir solo cuando estoy desesperada no quiero que vivir sea mi proyecto violento quiero salvarme de una vez quiero salvarme de lo que hago conmigo cuando estoy herida.
Tranquila, ya nos va a crecer el pelo
mientras tanto podemos seguir enroscándonos en las camas de los hostels compartiendo bolsa de dormir te puedo seguir leyendo cuentos de terror sentir que elegimos algún miedo podemos armar un fuego bien grande hervir agua para el té compartir el mismo saquito de manzanilla podés contarme qué soñaste me comprometo a anotar cada detalle para volver a ellos en unos meses cuando nos crezca el pelo Candela capaz amontonamos nuevas excusas capaz tenes razón y no hicimos bien los duelos no sé entiendo la desesperación yo tampoco tengo nada claro futuro es una palabra muy grande a veces siento que pasó mucho tiempo y aprendí muy pocas cosas pero por qué nos cuesta tanto Candela tener paciencia con nosotras entender que está bien no poder Candela cuando nos crezca el pelo quiero que nunca más digas tiene que haber menos de mí.
Desnuda en la cama
abierta de piernas tomando mate me acarician la cicatriz expuesta al paso inevitable de los días vuelve el verano una vez más transpirada recupero el ritmo de las cosas que frenan me río solo yo sé todo lo que me costó llegar a esta calma.
Si los amigos tienen razón
y mi padre vive en mí voy a torcer la historia voy a tratar bien a mi madre como si fuera posible llegar a tiempo
Martina Cruz estudió guión cinematográfico en la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica). Publicó tres plaquetas: «Camino negro al fondo» (El Rucu Editor), «Call Center» (Rama Dorada) y «El tiempo me está tatuando» (Ausencia Editora). Su primer libro se titula «Cuando se incendia mi casa» (Elemento Disruptivo). Su segundo libro se titula «Un idioma que hace ruido de fósforo» (Populibros). Su tercer libro se titula «Manos como nubes» (Santos Locos). Recientemente ganó el Concurso federal de desarrollo de proyectos documentales inéditos (2020 / Argentina).Zona de los archivos adjuntos