El poemario “Anatomía del Grito” del poeta venezolano Daniel Arella se decanta por una impronta que sitúa la voz poética dentro de sí y fuera de sí misma a su vez. Dicha dialéctica permutable nos da el barco reptante para barrer desde arriba los frentes recreados por el poeta, siendo este parte del engranaje de un espacio rítmico tanto atemporal como antiespacial. Poco importa si nos encontramos en una fecha o espacio determinado, en tanto los personajes, locaciones, diálogos, monólogos, situaciones cotidianas, etc., mutan anárquicamente para dar pie a las acciones en su pura esencia existencial sin limitación ni parámetro del lenguaje.
Como mencionaba el crítico y filósofo ruso Mijaíl Bajtín, la polifonía es “la pluralidad de voces y conciencias independientes e inconfundibles”, es decir, es esa diversidad de voces dentro del texto literario, que demuestran la diversidad de conciencias, ideologías y visiones de mundo distintas. En la poesía de Arella sumamos a esta concepción el hecho de que voz poética amalgama en su interior diversos yo´s desde los márgenes lingüísticos, por lo cual la experiencia ante la que nos converge la escritura trans/personal florece como un fractal en la mente, como una puesta en escena que divide el pecho. Remarco la propuesta de ver los límites del idioma como un campo de juego, ya que hasta cierto punto se puede mencionar una a/gramaticalidad que busca el poeta en sus manos pantomímicas como un grito dionisiaco que está en cada unx de nosotrxs.
Los textos se adentran en la psique de los personajes y en los desmenuzados hechos de lo ilógico, es entonces que la poesía cede al testimonio, a versos que exigen ser interpelados y ponen los varios dedos de su palabra en las llagas abiertas de la piel palpitante. Los sentimientos que rubrican cada página emergen en tanto los ojos de loto son parte de una gran red que se interconecta entre los espasmos del todo y la nada. El alma del lector, en lo más profundo de su conciencia, vuelven a resucitar y reverdecer, a germinar y crecer, a extender nuevamente sus gruesas ramas de sangre hacia el cielo inabarcable de la poesía: nuestra voz y anatomía sideral.
Franco Osorio Paredes
Ciudad Panq, 09 de droviembre, año 2 del declive humano