La panadería de Puerta Falsa // Andrea Ortiz Morales

La tradición y la oralidad le dan una fuerza muy particular al cuento de Andrea Ortiz Morales. El ritmo de los diálogos llega a ser casi teatral. Quizá podríamos, en algún momento en los meses por venir, compilar textos como este, textos que reflejan fielmente la idiosincrasia mexicana y nuestras tradiciones alrededor de la muerte. Quisiera tomar café, y que hoy fuese Día de Muertos y que este pedazo de ¿pan? no supiera tan bien.

J.G.


La panadería de Puerta Falsa

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Probando, 1, 2, 3. Josefina Martínez reportando desde el callejón de Puerta Falsa. Hoy a Enrique se le hizo tarde para salir, son las 8:25 de la mañana del viernes 20 de octubre… eso que suena es que estoy lavando los platos del desayuno. Reporto las observaciones de la tarde de ayer aproximadamente a las 7 pm: la panadería de aquí del callejón no abrió en todo el día. Sigo al pendiente.

ENVIADO.

Probando 1, 2, 3. Josefina Martínez reportando. Son las 8:10 de la mañana del viernes 27 de octubre. Es oficial, cerraron la panadería del callejón. Primera consecuencia evidente: ahora tendré que caminar más para… Eso que suena son los del gas, pongo pausa a la grabación. Continúo. Caminar más para comprar pan de muerto. No hay un cartel ni nada que anuncie el cierre definitivo o temporal, mucho menos las causas.

ENVIADO.

Probando, 1, 2, 3. Josefina Martínez reportando. Domingo 29 de octubre 9:30 de la mañ… Lo que suena es la cafetera. Mis hijos y Enrique salieron al Mercado Grande a comprar carnitas para desayunar, nos gustan más las de allá y quise quedarme para quesque adelantarle poquito al quehacer. Voy regresando del tianguis y me encontré a Licha. Reproduzco la conversación que grabé.

—Que cerraron la panadería, Jose.

—A poco, no sabía, tú, como casi siempre lo compra Enrique en el centro.

—Sí, que habían tenido problemas los de ai, yo no sé. Son tres hermanos, el papá les dejó el negocio cuando murió. Nomás se murió y se fueron pa’bajo,

—Pos el pan estaba bueno.

—Eso sí, el pan les quedaba más sabroso.

—¿No vivían ahí dentro?

—Según recuerdo, sí, pero sabe Dios.

—Capaz que ahí siguen, tú, y luego vuelven a abrir.

—Yo no creo, a veces veía a la hermana en la tienda del Manitas, ora no la he visto. Bueno, déjame seguirle, Jose, que me esperan.

—Ándale pues, déjame seguirle, Licha.

ENVIADO.

Probando 1, 2, 3. Josefina Martínez reportando. Son las 14:06 de la tarde del martes 1 de noviembre. Mañana vamos ir al Panteón de Santa Paula, hoy en la noche voy con mis hermanas al templo a ver mi papá, les voy a llevar cajeta de guayaba que ando preparando orita y mi hermana Sandra lleva el pan de muerto. Su callejón de ella es el del Saucillo, según ahí todo anda normal. Oiga, yo quería saber ¿hasta cuándo voy andar en esto?, ¿por qué no se consiguen algo así como unos detectives o por qué no dan aviso a la policía? Ya le dije que yo no sé nada de esto y no me quiero meter una broncota, ni a mis hijos ni al Enrique. Pos bueno, ai mañana que tenga una chancecita cocinando o lavando le digo si me dijeron algo.

ENVIADO.

Probando, 1, 2, 3. Josefina Martínez reportando desde el callejón de Puerta Falsa. Miércoles 2 de noviembre, 6 de la tarde. Enrique salió, fue a traer a mi suegra y mis cuñadas. Después de andar en el panteón de Santa Paula, nos venimos en el camión que nos deja en el Mercado Grande. Ahí fuimos a comprar de una vez la comida de hoy, Martina, la de la verdurería me dio unos datos. Reproduzco la conversación que grabé.

—Qué pasó, Enrique, Jose, ¿y ese milagro que se dejan ver?

—Qué pasó, Martina, pos ya ves, uno que anda trabaje y trabaje.

—Ah, eso sí. ¿Y tú, Jose?

—Ya ves, Martina, que luego me queda re lejos venir hasta acá y le compro al Manitas.

—Sí cierto, que bueno que los veo, que ahí en su callejón se murieron unos panaderos, ¿no? … Pásele, seño, ¿qué va llevar?

—Pos nomás de un día pa’ otro cerraron los de ahí a lado de los barandales.

—Que se murieron, tú, Enrique, los tres, uno seguidito de otro.

—A poco sí, ¡híjole, qué caray! ¿Tú sabías, Josefina?

—Nombre, me figuré que se habrían cambiado de local.

—Pos eso me dijeron, tú, que… pásale, seño, ¿qué va llevar?… que les pasó lo mismo que al papá, ya ven que igual de un día pa’ otro nomás ya no estaba.

—En todo andas, Martina.

—Cómo eres, Enrique. Me dijo mi hermana, ya ves que vive ahí arribita de ustedes.

—Puros chismes, hombre, nadie sabe bien. Y ya ándale, Josefina, que se nos va hacer tarde.

—Sí, Martina, dame unas ramas de epazote, cilantro y unas papas.

—Sí, Jose. Oye, ahorita que se volteó tu marido. Cómo vas co…

—Gracias, Martina, así está bien. ¿Cuánto te debo?

—Pa’ otra que vengas me pagas, sirve que regresas.

ENVIADO.

Probando, 1, 2, 3. Jueves 3 de noviembre. No tengo mucho tiempo, Enrique no tarda en llegar. Regresé con la Martina como me dijo, está re lejos y por eso no pude grabar antes, le pido una disculpa, ya sé que me pidió que lo hiciera pronto. Me daba rete harto miedo porque Enrique me prohibió volver. Reproduzco la grabación. Está re larga, pero ya aprendí a cortar con la grabadora, pa’ que no se eche toda la conversación, no todo es tan importante. A ver si no me llega antes aquel.

—Qué pasó, Jose, y ese milagro.

—Pos ya ves, Martina, no me dejaste pagarte ayer.

—Que según sí se murieron los tres seguiditos. ¿Estás grabando? No se te vaya a ir esta, me lo dijo la Ale que seguido va ver a su suegra. Se repitió lo mismo que con don Miguel, el pap… pásale, seño, ¿qué va llevar?…  Él tenía un hermano, con el que tenía una panadería en Peña Grande, después desapareció, nunca supieron qué pasó. Don Miguel cerró ese local y luego, quesque con sus ahorros, compró la casita donde vivían ahí Puerta Falsa.

—¿Por qué crees que desapareciera?

—Jose, escúchame. Yo sé que te metieron en esto a la fuerza. Tal vez no sabes, pero hubo otra como tú, Elvira, que en paz descanse; pero ella se resistió. Esos tienen una red de personas que van de callejón en callejón y seleccionan puras mujeres, como tú, que puedan pasar más desapercibidas, pa’ que investiguen desde dentro cualquier cosa que pase, no sólo esto de las panaderías. Y bueno, desde lo de la Elvira, aunque no sepamos bien a bien qué le sucedió, ya no podemos tener la seguridad de que nos cuidan.

—Martina, ¿tú sabes quiénes son estos que me piden información?, ¿y cómo sabes que me metieron en esto?

—¡Ay, Jose!… pásale, seño, ¿qué va llevar?… Te digo que desde lo de Elvira nos hemos puesto más vivas. Nunca has estado sola. Esto está muy grueso y puede ser muy peligroso pa’ ti. Creemos que es la policía, se les hace muy fácil ponernos a hacer estas cosas y ellos nomás llevarse la gloria, ya ves cómo son, hasta con eso son bien cobardes.

—Tengo miedo, ¿qué culpa tengo yo?

—Pos… ¿qué pasó, Alfredo?

—Qué pasó, Martina, ¿dónde le pongo la flor?

—Déjala ai, Alfredo, gracias.

—Pos sí, Jose. Pero ándele, apunte bien esa cosa pa’ que no se te vaya nada. He estado preguntando todo lo que sé pa’ echarte la mano. La Guille y doña Itzel también han estado averiguando por su cuenta pa’ venir a contarme, estaba esperando nomás que vinieras.

—Ay, Martina, Dios se los pague. Ya no sé ni a quién preguntarle ahí en el callejón, ni a la Licha le gusta ya quedarse a platicar conmigo.

—¡Uy! ¡Qué la Licha! Algo ha de saber de ti. Y ya nadie te va a decir nada, eh. Mira, de menos nos queda que con esto, pos contribuimos a que investiguen qué pasa. ¿Sí sabes que no nomás ha pasado ai en El cambio y en Pastita? También en Mazahuas, en el Cerro del Cuarto, en los Leones.

—Válgame Dios. Sí, lo hacen ver como que no es nada…

—Esto es grande, Jose, y no quieren que sepamos. Pero estos casos pasan por estas épocas, creemos que los panes de muerto son en realid…

—¡ENRIQUE!

—¡JOSEFINA! Con que andabas de bocona. Orita vas a ver, te va pasar lo mismo que a todos esos.

NO ENVIADO.


Andrea Ortiz Morales (Guanajuato, 1996). Es restauradora y estudia letras. Ha publicado en Pensar lo doméstico, Página Salmón, Penumbria y como parte de una convocatoria conjunta entre EspeculativasMX y Las Sin Sostén. Forma parte del comité editorial de la revista Página Salmón donde lee y cuida textos.

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