Treintaisieteavo anuncio // Rodrigo Verdugo

Este texto de Rodrigo Verdugo trabaja con un surrealismo del subsuelo. ¿Qué es lo que hay abajo? Su lectura me recuerda, en momentos, aquella máxima surrealista que pretendía solucionar la dicotomía entre sueño y realidad. En este poema, confrontamos dualidades, vamos de una orilla a otra, de un hemisferio a otro, del día a la noche.

J.G.


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Treintaisieteavo anuncio

“La memoria es la corriente del día”
Moisés Maldonado

Celebran la oxidación demoniaca:
hay un muro con yedra verde y fresca,
hay otro muro con yedra seca y negra,
hay un pasadizo entre ambos muros
que cruzamos sin ninguna autorización.
Sabemos que pasa un tren subterráneo
remeciendo las camas de los internos,
y las camas de los que se tapan
y metamorfosean con pieles de rata.
Los de una orilla blasfeman,
los de la otra orilla ultrajan,
a veces se enfrentan al caer la tarde
van con un trozo de yedra fresca y verde
los otros van con un trozo de yedra seca y negra,
se arrancan las lenguas
los unos a los otros con demencia crustacea
se exigen la devoción más implacable,
sortean al que deberá evitar que el tren lo aplaste
cuando sea arrojado al pasadizo a oscuras
y logre o no logre encontrar los huecos
donde resguardarse al paso del tren,
huecos que son hemisferios de sombra,
donde deberá vivir de autorretratos glaciales
porque después de tantos hemisferios de sombra,
sabrá lo que es la frente,
decidirá de cuál orilla es,
decidirá cuál es su guerra.
A veces en una orilla está nublado,
en la otra está despejado,
unos lavan sus ropas en los desagües,
está despejado, el calor quema 
la yedra fresca y verde
luce en el muro como un llamado.  
Los otros pegan sus heridas a los muros como un
                                                                        [embalaje,
está nublado y el frio arrecia,
la yedra negra y seca
luce en el muro como una perdedora.
A veces el tren pasa de día
y otras veces pasa de noche,
no se puede salir mucho tiempo
de esos hemisferios de sombra
salvo para cruzar y buscar más intersticios.
Los de una orilla blasfeman bajo el sol,
cuelgan sus ropas, 
ven que la yedra está cada vez más fresca y verde
se hunden hasta la cintura en el desagüe
y el ombligo en la ebriedad de la trampa
suelta los himnos que le robo a la bruja marina
y después duermen como si estuvieran
enterrados de pie en la arena.
Los de la otra orilla, ultrajan bajo la neblina
reniegan que el agua no se pudra en el espejo
esta vez no separan las heridas del muro
y el embalaje se mantiene,
la yedra negra y seca lo envuelve todo 
los hace dormir como si estuvieran
enterrados de pie en la neblina, 
la yedra negra y seca siempre termina por cubrirlo todo
es cosa de ver con cuidado como va creciendo,
cómo se desarrolla.
Va a pasar el tren otra vez,  
y no puedo metamorfosearme con una piel de rata
para que no me aplaste,
cierta mañana entraron a despertar a los internos
y encontraron arena sobre las camas
se escuchaban himnos, grabaron esos himnos,
y al revisar una y otra vez las grabaciones 
alguien afirmaba que en esa habitación
se habían lamido los ojos de una bruja marina
las camas saltaban solas.
Cierta noche entraron a condenar
a quienes se metamorfosean con pieles de rata
y encontraron neblina dentro de la habitación
la habitación entera era un embalaje,
como si hubiesen dormido allí seres sin lengua 
las camas se remecían más fuerte que nunca,
yo guardaba cintas de grabaciones
que escuchaba cada cierto tiempo
en las que alguien que estuvo enterrado de pie en la 
                                                                        [arena
llama a alguien que va a ser enterrado de pie en la 
                                                                        [niebla,
nadie sabe que después de lo que se dijeron el uno 
                                                                        [al otro,
el número hizo llover dioses
y corríamos por las playas,
para tendernos ahí junto a nuestras perdedoras.
Yo tenía un pedazo de yedra fresca y verde
y un pedazo de yedra negra y seca,
tuve que volver a los hemisferios de sombra para 
                                                                        [compararlas
entendí que pasaban de un color a otro
después de muchas guerras al caer la tarde
sabía que eran yedras y no rosas,
pero que igualmente un color vigía
se sobreponía a ambas.

Del libro inédito: «Anuncio» (II PARTE).


Rodrigo Verdugo. (Santiago de Chile, 1977) Poeta y Collagista. Miembro del Grupo Surrealista Derrame. Sub director de la Revista Rayentru. Su obra ha sido publicada en revistas y antologías chilenas y extranjeras siendo traducida parcialmente al: Ingles, Francés, Italiano, Portugués, Polaco, Árabe, Uzbeko, Rumano  Búlgaro y Albanès. Es autor de: «Nudos velados», Ed Derrame, 2002, «Ventanas Quebradas», Olga Cartonera, 2014, «Anuncio», Rumbos Editores, 2017.

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