Te conozco, Andy Warhol
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Y es que es difícil no verse en un espejo, quizá ese sea tu mayor atributo. Espejo de todos, un artista aparentemente despojado de sí mismo y viviendo en el mundo material y cotidiano.
Me pregunto por qué escogí tu obra para escribir poemas. Me esfuerzo por encontrar puntos en común, algo que nos hermane. Reflexiono y trato de atar nuestras fijaciones, gustos, forma de vida. Son tan pocas las coincidencias, Andy, que no logro justificar mi interés.
Iván dice que cuando los poetas repiten versos es porque no tienen nada que decir. Quizá yo no tenga nada que decir, y por ello escribí un poema que se repite hasta vomitar. Y tú, Andy, con tus latas de sopa, con tus superestrellas serigrafiadas hasta el cansancio, quizá no tengas nada que pintar. Pero aquí estamos, repitiéndonos.
¿Qué otras cosas se repiten, Andy? Los ritos cotidianos, evidentemente. Darse un baño, tomar el desayuno, lavarse los dientes. También algunos gestos nerviosos, ciertas conductas autodestructivas. ¿Qué puede haber de especial en lo que se repite? Resulta más fácil encontrar cosas espléndidas cuando son únicas, irrepetibles, irreproducibles. Pero tiene que haber un aire de belleza en lo banal, en lo cotidiano, en el día a día.
De niño jugaba con el lenguaje y repetía una palabra hasta que perdía el sentido. Lo mismo ocurre en algunos poemas, los versos se repiten tanto que se cargan de extrañeza. Quizá eso haga de la repetición algo hermoso. Ocurre en tus pinturas también, Andy, porque una lata de sopa nunca es igual a otra, aunque sea la misma, idéntica.
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Dicen que tu cine es muy aburrido, y yo estoy de acuerdo. Por más que intenté ver Empire, no logré permanecer más de cuarenta minutos frente a tu obra. Pero es verdad que tu cine no es para verse de esta manera. Mejor acompañarlo con una fiesta y dejar el video correr. La narrativa no es lo importante, hablemos mejor de pinturas que se mueven.
Empire sería un excelente fondo de pantalla.
Chelsea Girls fue más interesante, pero de nuevo, demasiado larga. Quizá no estaba en el estado mental correcto. Andy, quiero que me grabes mientras duermo y que después digas: he aquí mi nueva película. Eso me haría muy feliz.
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Has hecho de tu propia persona una obra de arte. El escoger cuidadosamente las pelucas, la ropa, los monosílabos, no es poca cosa. En verdad, eres un producto de ti mismo. Seguramente ya hay réplicas tuyas en los museos de cera. ¿Te habrás tomado alguna foto con ellas, Andy?
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Hay personas con un loco afán por interpretar. Los críticos siempre tienen algo que decir, pueden amarte o tomarte por un charlatán. Quieren traducirte a otro lenguaje, explicarte. Yo sólo sé que escoges colores chillones y dignificas cosas que pronto irán a la basura.
Pero eso no importa, Andy. Lo que importa es hacer las cosas bellas, y hacerlas una y otra vez, aunque esa belleza sea simplemente escribir las mismas palabras, leer los mismos libros, pintar las mismas flores.
Jesús de la Garza
Noviembre, 2020