Nuevo orden es un pinche churro

Nuevo orden es un pinche churro:
carta abierta a Michel Franco

En serio no quería escribir este texto. Te lo juro. Nuevo orden, tu nueva película ha sido analizada y criticada por gente infinitamente más inteligente que yo. Pensaba dejar el asunto morir por su propio peso y que el filme se perdiera en la irrelevancia cultural como lo han hecho tus anteriores melodramas. Entonces la vi. No me voy a ir con medias tintas. Estoy indignado, Michel, y no por las razones que te imaginas. Estoy indignado porque hiciste un truño de película: un filme de explotación que se presenta como algo más profundo de lo que en verdad es. Estoy indignado por el orgullo que te provoca el churro que hiciste. Estoy indignado porque le vendiste espejos a los europeos y ahora vindicas tu orgullo con el premio del jurado al truño exótico.

Sin embargo, aprecio un gesto tuyo: mencionar que el propósito de este filme es dialogar. Tengo unxs amigxs muy mal pensados, Michel. Ellxs dicen que lo dices de dientes pa’ afuera y que sólo te interesa imponer tu visión. Pero yo no te creo tan ingenuo como para pensar que la violencia es un fenómeno tan simple como se retrata en tu churro. Sé que eres más listo, campeón; sin embargo, mis amixes también dicen que no le entre a este diálogo, porque de entrada tu narrativa me plantea como el mal salvaje y nomás voy a quedar como el parangón del racismo a la inversa. Yo sé que no eres tan colonialista como tus películas, pero en este caso tengo que aclarar las cosas. No tienes que preocuparte por ser políticamente correcto: en efecto soy el mal salvaje, el caníbal, y quiero dialogar antes de comerte con chile y limón.

Abres ominosamente con una mujer desnuda, vulnerable, manchada de pintura verde como preámbulo a la carnicería que se ejercerá sobre ella. Ella como cuerpo político. Una mujer blanca a punto de ser consumida. Ese será toda su función narrativa pues no la vas a tratar como un personaje sino como un pedazo de carne arrebatado por fauces de piel morena. Aquí empieza mi problema con tu película, Michel, todo se centra en las potencialidades violentas que rozan a esta mujer.

A la chingada, no sé por qué le invierto tanto coco a tu churro. Lo que quiero decir es que Nuevo Orden es una película de explotación, y si somos francos, podría decir lo mismo de toda tu obra cinematográfica; sin embargo, no quiero decir que esté en contra de que hagas un filme de explotación reaccionario. Digo, también pasé por una fase de adolescente cringe que se desvelaba viendo Holocausto caníbal; lo que me enerva, Michel, es el cine de explotación que se pronuncia como algo mejor y más profundo de lo que en verdad es. Me molesta el cine de explotación que tiene la moral de cualquier católico conservador. Me molesta un cine “shockeante” que se deja asustar a sí mismo de la barbarie que utiliza caprichosamente. Pero, sobre todo, me molesta la gente que tira la piedra y esconde la mano. Porque tu película tiene la misma aproximación a su moralina que un PSA sobre el uso del crack, manejando la violencia como un fenómeno unidireccional, simplón y reciente. Es el equivalente mexicano de A Serbian Film, un filme narrativamente incoherente nacido de un cineasta mediocre con una sensibilidad pueril, privilegiada e inmamablemente pretensiosa.

La revuelta que le da pie al resto de la película es un fenómeno amorfo y que queda confuso. Quisiera hacer énfasis en esta última palabra, porque puede usarse como un punto de defensa de la película, cómo ya lo hecho buena parte del circuito crítico, diciendo que lo confuso es lo mismo que la ambigüedad. No sabemos por qué protestan los activistas, o si los soldados secuestrando y violando siguen órdenes del mismo ejército o son una célula aparte. La defensa podría decir que se le encarga al espectador llenar todos esos huecos narrativos, yo digo que es incompetencia narrativa. Da la impresión de que no se tuvo el más mínimo interés en investigar sobre el activismo o la violencia militar, y se tuvo, en cambio, la hubris de pensar que la realidad de ambos asuntos era la impresión y el espanto de que los grupos marginados tomen grandes avenidas. De este modo, Michel, estableciste una economía simbólica caprichosa que deja implicaciones todavía más problemáticas. Es interesante que grites a los cuatro vientos que quieres diálogo y narrativamente seas tan maniqueísta.

Ahorrémonos el detalle de decir que los personajes blancos de clase alta también tienen fallos morales, porque su corrupción y su misoginia se quedan contenidos en una esfera doméstica, contenida y sistematizada. Son los sublevados quienes introducen la violencia orgiástica como una respuesta desproporcionada a los fallos de los primeros. Actúan por instinto, no entablan diálogos complejos (de por sí, lo de los diálogos no se te da, Michel), sólo gesticulan para ejercer una violencia que no tiene un final de partida. Es una distopia sin chiste, porque no sólo te faltó investigar a esta gente a la que le exiges diálogo, ni siquiera tienes imaginación para retratarles como monstruos, repitiendo los arquetipos de personajes planos presentes en el cine reaccionario de Birth of a Nation para acá. Aparte, digo, Griffith por más racista que fuera, mínimo planteó una meta a sus villanos afroamericanos, lo que le dio un poco más de coherencia a todo su despapaye. Tú no pudiste siquiera hacer algo interesante con tu propaganda a medias.

El poeta y critico brasileño, Oswald de Andrade escribe en su manifiesto antropófago que el sujeto colonizado, el que acota como el mal salvaje, no puede concebirse en las gramáticas con las que le imponen la lengua. No puede articularse si no es un acto de antropofagia de la constitución misma del lenguaje colonizador para convertirla en el propio. Con esto quiero decir, Michel, que en tu gramática cinematográfica el espectro de la experiencia es limitado a niveles garrafales. Llamas a la discusión a partir de una primera oración autoritaria y condescendiente. Aquí el juicio ético se combina con el estético, pues esa arrogancia de tu parte te volvió incapaz de contar tu historia. Lo peor de todo es que eres tibio en tu arrogancia, pues de haber asumido fuerte el miedo que te da que las mujeres exijan que las dejen de violentar en la calle, o el pavor de que los empleados domésticos un día te miren feo, probablemente hubieras podido de perdida hacer un circo que pudiese disfrutar de tan malo que fuera.

Quise disfrutar de manera irónica tu película, Michel, pero lo cierto del caso es que es aburridísima pasados los primeros quince minutos.

En verdad no quería escribir este texto porque supuse que tu película ni siquiera merecía la polémica, como tampoco merecían la atención tus otros melodramas, pero entre tu distribuidora y tus compas en la crítica, me inundaron de publicidad de tu churro. Repitiendo un montón de palabrería que te vindica. Algo sé del gaslighting, y a estas alturas no me da miedo hacerla de pedo cuando me lo aplican. La película en verdad no vale la pena en ningún nivel y no sé hasta que punto va a seguir esta venta de espejos, este show de humo.

Existe cine mexicano que sí nos invita a dialogar, me vienen a la cabeza dos ejemplos recientes: Ya no estoy aquí de Fernando Frías y Luciérnagas de Bani Koushnoudi. Ambas películas retratan violencias, exilios y marginación de tal modo que sí abren una discusión necesaria para la sanación de una sociedad herida. Ambos directores toman realidades que no son las suyas para crear sus narrativas, pero lejos de ser arrogantes y tajantes respecto a su imagen del otro, se dejan cobijar por las preocupaciones de los sujetos, dejando que el lente se vuelva un espacio de atestiguamiento.

Con todo esto quiero decir que tu miedo es un artefacto diegético bastante chafa. Necesitamos historias bien narradas. Merecemos críticos, ya sean de cine, literatura o arte visual que se atrevan a criticar a sus compas cuando quedan como estúpidos.

Y no Michel, no te estoy «cancelando» como dice la chaviza. Te estoy pidiendo que te esfuerces más. Es lo menos que te merecen las voces que no tienen una cámara para que tu puedas emplear la tuya.

-Esteban López Arciga, noviembre de 2020


Nuevo orden de Michel Franco sigue en cines al momento de esta publicación, pero no podemos condonar que usted arriesgue contagiarse de COVID por ir a ver este truño de película.

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