¿Cuáles son las cadenas que impone el género? En estos tres poemas, Olga Carrizales traza un retrato poético de lo significa ser mujer dentro de nuestro decadente sistema de explotación. Aquí están las horas de trabajo y la labor doméstica, pero también la presión entre pares, la autosupervisión disciplinaria que convierte a cada una en juez y parte. No hay escape cuando los que castigan son nuestros propios ojos.
J.G.
Retrato de mujer en casa
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He considerado suicidarme después de lavar los platos o de trapear la casa quiero dejar el piso limpio para recostarme y sentir el frío de la muerte llegar con un suave olor a lavanda. Después, quizá, de lavar el baño y la regadera dejaré que la sangre fluya por el resumidero. Luego de quitarle el cochambre a la estufa, reconozco que soy quien sostiene la sartén desde el lado caliente, que mi habitación es un cuarto de servicio y que aquí es domingo todo el año.
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Tengo miedo de que alguien llegue a casa y vea que no he barrido, que note el polvo y telarañas y mis ocho horas laborales colgando en las ojeras; que venga y vea cómo me parten en dos la migraña y las manecillas cansadas del reloj biológico. Tengo miedo de que se asome alguien como yo por la ventana y me juzgue.
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El abanico de techo sabe que a veces lloro mientras parto una cebolla imaginaria.
Olga Carrizales (Monterrey, 1989) es licenciada en Mercadotecnia con maestría en Comunicación por la Universidad Regiomontana. Sus Barbie poems fueron incluidos en la antología Espasmo. Muestra de poetas de Monterrey nacidos entre 1986-1997 (UANL, 2016). Fue becaria del Centro de Escritores de Nuevo León en 2017. Lipstick (UANL, 2020) es su primer libro. Escribe ocasionalmente en su blog De vida irregular.