En algún momento me percaté de que la risa era el mayor síntoma de enamoramiento: sí reía a carcajadas, estaba enamorada; si reía como estúpida, estaba enamorada. La risa es una forma ancestral de comunicación. Nervios, felicidad, burla, ironía. Reír es develar un sentimiento que solo el contexto es capaz de aclarar. Pero la ausencia de esta, dejar de reír, es tal vez una señal más inequívoca de un mal. ¿Cuántas personas habrán desechado la risa los últimos meses?, ¿por qué dejamos de reír?, ¿con quiénes dejamos de reír?
En este texto, Mariana Vega reflexiona sobre la risa y lo que se esconde detrás de esta y eso nos lleva a recordar lo que vivíamos hasta hace unos meses y cómo es que sentimos ahora.
K.M.C.
Una comedia
Me parecen bastante cómico aquellos acontecimientos de la vida diaria que alguna vez fueron episodio tal de la esquizofrenia pura. Había recordado, cuando me miraste a los ojos en tu río —y casi como súplica— me pediste que riera en todo momento. Así fue cómo las ideas del ayer tomaron el papel del comediante y me pusieron ante el público revelando una por una mis tragedias.
¡Qué risa! Qué risa el pasado, el presente y el futuro a los que describo como días. No es martes o jueves o marzo y abril, son solo fragmentos medidos por el tiempo, en donde existimos de formas muy chistosas.
Morimos de la risa de tantos ismos, morimos de la risa con la meta y la física, existíamos por una u otra razón, el género, el gen, el sexo, la vida, ¡qué risa! Es que todo es tan grande que nos lo creíamos melancólico, y llorábamos.
Llorábamos en el devenir, llorábamos ante las grandezas, las que veíamos con los ojos del ajeno o las que veíamos reflejadas en el personaje antagónico al que le llamamos “ego”. Ya los mares se han secado entre aquel desemboque de las emociones y no les quedó más que reír.
Dejo en perpetua marca la importancia de tomarnos todo aquello en una risa que nos haga morir. Y en el morir viene el renacer, cuantas veces sean necesarias hasta que la risa produzca sonido tal como la calma, la que disminuye la exaltación de todos los eventos que no dejarán de producirse en una constante.
A esa constante le llamamos ansiedad, para eso entonces la risa y luego la calma, tomando toda forma, hasta que por sí misma encuentra el orden. Nada es bueno o malo, simplemente todo es sorprendente, como un soplo del cuerpo que se ha dado cuenta que existe todo un universo.
En un segundo vi toda la vida que existió entre las risas. En un segundo destruí y construí las ideas, las palabras, y en ese solo segundo, pensé que, si vivimos de lo irónico, es posible que algún día dejemos de reír.
Mariana Vega. Licenciada en Comunicación, se dedica a la creación de contenidos y textos publicitarios. Ha colaborado en diferentes proyectos, en su mayoría de exposición digital tales como Nítido Press, Manglarzine, Episodiosmx y en la revista física Al Pie de La Letra.