La brevedad es virtud de algunos poetas en nuestra lengua, así lo han evidenciado autores tan intensos como Efraín Huerta o Antonio Porchia. Esta muestra de aforemas de Carmen Avendaño (tomados de su libro nada significa nada) son pinchazos de ingenio que versan sobre la infancia y la muerte, la política, el amor y el acto de escribir.

J.G.

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Aforemas de nada significa nada

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Yo fui una niña brillante.
De haber permanecido en la infancia
hubiera tenido un gran porvenir.

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¿Por qué los niños saltan tanto?
¿Qué altura perdida quieren recuperar?

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Todo fuera como quitarse la vida:
yo preferiría quitarme la muerte.

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Cuando despertó
el Estado todavía estaba ahí.

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¿Por qué la clase alta es alta?
Porque se para arriba de la baja.

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¿Por qué Platón expulsó a los poetas de la República?
Porque no conocía a los cineastas.

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A la manera de Sei Shonagon:
No hay placer más melancólico
que contemplar al amante vestirse
alejarse
prenda a prenda
hacia la urbanidad desde la cama
donde una ciudad acaba de ser fundada.

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Una carta de amor se escribe
sobre el fracaso de la distancia.

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–¿Qué hizo usted en su juventud?
–Fui bella. 

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Traté de escribir el mismo poema
pero me tropezaba con el tiempo.

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Carmen Avendaño, Santiago, 1976. Autora de Más allá de la palabra cielo (Monterrey, 2002, El árbol ediciones), Madre Sol (Morelia, 2002, Jitanjáfora/El Árbol Ed.), Adiós Rimbaud (Monterrey, 2013, UANL). Responsable de Ediciones Moneda. Una primera edición de Nada significa nada se publicó en Chile y México el 2017 en los Libros del Perro Negro.