He estado leyendo muchos libros donde las ciudades se licuan o subliman hasta quedar un baño sauna negro lleno de frustraciones y no-momentos. Al respecto de “Sitiales”, el poema de Aldo Vicencio que ahora presentamos, siento esa tensión constante entre las arquitecturas fluidas por las cuales su enunciante intenta crear cohesión en vano. La historia sigue siendo un tranvía hacía un barranco lleno de espigas, pero ahora la temporalidad misma se ve rebasada, y puede convivir un pasado prehispánico con obsesiones medievales y el trauma de los que nacen en la posmodernidad.
La actividad literaria de Vicencio se vuelve de especial intereses al tratarse de una poesía que reflexiona a partir de la “muerte” de la historiografía y que se da en una tradición literaria que lleva décadas desdeñando la reflexión filosófico-teológica. Nos encontramos con ante una visita obligada cuando se intente teorizar sobre la literatura mexicana de la generación de los 90.
E.L.A.
Sitiales
todo está grabado, está visto hijo feo, mella de la calle, media pantalla órgano que escupe sangre todo el lago de perros negros adosado al estupor —¿Prefieres las sillas de amate? — estrías de los glúteos: Layo tropezando con Edipo el verano no empieza, no empezará escupen ramas las nubes el abandono reposa dificultad para observarme un reloj en la garganta se pudre un polluelo ¿por qué le lloro? adentro de mi boca, la selva llano tras la calle, mierda —No, prefiero las de cedro — Recuerdo su piel: helaba en el calor todo el sillerío vacío, y arriba, una puerta blanca todo el sillerío destrozado el silencio, arriba mirada arpía | context | se descomponen las siglas, las nomenclaturas el cielo varado ángeles buitres, piel dorada —Quise hablar de todo, si, alguna vez quise decirlo todo — el mismo amor Luna del Norte extraído de la piedra, para la piedra, sobre la piedra, cabello mío Dioscuros en Santo Domingo: alas de tezontle, veda, contraesquinas, loza respirando, artería de caucho, bramidos —Rompí mi cabeza, durmiendo sobre el trono — Caín bajo el hierro, bajo el espejo Siria entre versos; aplaudo, ráfagas —Toda ésta compañía de artistas, ninguna inteligencia: sus asientos, praderas — atrapo el valle vertical azotea tumbada, tumbas, soplos de estanques verdes las sillas que caen, abismo | dientes | murmullos caer arriba, sentado, todas las nubes: tan solo me rodean las cosas
Aldo Vicencio (Ciudad de México, 1991). Poeta y ensayista, estudió la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fundador del colectivo Naufragio. Es autor de Piel Quemada: Vicisitudes de lo Sensible (Casa Editorial Abismos, 2017), el videolibro Anatolle. Danza fractal (El Ojo Ediciones, 2018) y Púlsar (Ediciones Camelot América, 2019). Su obra ha sido publicada en diversas revistas literarias iberoamericanas como Punto en Línea de la UNAM y Carruaje de Pájaros (México); Digo.Palabra.txt (Venezuela), Revista Antagónica (Costa Rica); Enfermaria 6 (Portugal), La Ubre Amarga en Bolivia; Buenos Aires Poetry (Argentina), Santa Rabia Magazine (Perú) Oculta Lit y penúltiMa (España),entre otras. Ha sido incluido en las antologías Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana (Lord Byron Ediciones, 2016) y Nido de Poesía (LibrObjeto Editorial, 2018).