San Agustín describe el proceso en el que un nene aprende a hablar como una repetición de sonidos que los mayores dicen para designar objetos: mesa, perro, la doña que me debe lo de la tanda. Sin embargo, este proceso de designación no es todo el lenguaje, sólo un juego de muchos, y hay maniobras dentro del mismo que ponen de cabeza todo un sistema comunicativo. Una jugada radical y arriesgada es la obra de un jugador experto, que aprende todas las reglas de un juego para torcerlas en sus recovecos, o bien la de un jugador que apenas aprendió las reglas y no ha normalizado todos sus huecos.
En este texto corto de Karla Michelle Canett, una niña pone el dedo sobre la llaga y obliga a su madre a ver los hoyos en su propio ejercicio del lenguaje. Un texto divertido que pone sobre los hombros de una chamaca enfadosa las preocupaciones lingüísticas de Canett. Cualquier viaje al tianguis a comprar verdura fresca puede implicar darnos cuentas que construimos casas sobre arena al momento de hablar.
E.L.A
Hortalizas
Los martes se pone el tianguis cerca de mi casa. Me gusta hacer parte de la compra de la semana ahí. Hoy, mientras huelo por debajo una piña para percibir su aroma y decidir si llevarla a casa o no, veo a una joven madre con su pequeña. La niña, al parecer, tiene el encargo de leer la lista del mandado. Se escucha su voz temblorosa, seguro no pasa de nueve años. De frutas: piña, manzana, mango, plátanos, moras; de verduras: aguacate, tomate, pimientos, apio, espinacas, lechuga… se detiene. Las frutas tienen semillas, así que el tomate, el aguacate y los pimientos son una fruta; las espinacas y la lechuga son… ¿plantas?, ¿hojas de plantas? Su madre la mira con incredulidad. Le dice que para ella las frutas son dulces por la fructuosa —de ahí su nombre de frutas o tal vez al revés, da igual—, a diferencia de las verduras. La niña continúa leyendo la lista de verduras: papas, camotes, zanahorias… se detiene de nuevo. ¿Esos no son tubérculos? La mamá se corrige. Sí, tubérculos y raíces, pero llamémoslas hortalizas, ¿te parece?, todo aquello que no sea dulce, que se cultive, que se siembre y crezca y nazca en el campo, que tenga temporadas para su cosecha, que te ensucie las manos y te deje tierra en las uñas y te lleve a estar bajo el sol para su cuidado lo llamaremos hortalizas, le dice la madre con paciencia, como quien le enseña los colores a un niño de tres años. La verdad es que no la convence. Pero a veces cuando me haces sopita de zanahoria me sabe dulce, ¿le echas azúcar?, le dice la niña recordando aquello que su madre le había dicho de las frutas. No, no le echo, verás, hay algunos alimentos que al cocinarse se ponen dulzones por un proceso químico que sufren al entrar en calor, pero eso lo entenderás mejor cuando vayas en secundaria, ¿está bien?, así que todo aquello que no sea dulce al estar frío, que se cultive, que se siembre y crezca y nazca en el campo, que tenga temporadas para su cosecha, que te ensucie las manos y te deje tierra en las uñas y te lleve a estar bajo el sol para su cuidado lo llamaremos hortalizas, repite la madre a su pequeña. ¿Y qué hay del trigo, de la cebada, del maíz?, esos no son dulces y también se cultivan, se siembran, crecen y nacen en el campo, tienen temporadas… la madre la interrumpe. Esos son cereales, no hortalizas, se cultiva la planta pero lo que nos comemos es su grano —que en realidad es un pequeño fruto pegado a la semilla—, a diferencia de las espinacas, que esas también son plantas pero lo que nos comemos son sus hojas; entonces, todo lo que no sean cereales y frutas, pero que sí se cultiven y se siembren y cosechen y nazcan y crezcan de la tierra y te ensucien las manos y te lleven a estar bajo el sol lo llamaremos hortalizas, le dice de nuevo haciendo ligeras pausas entre las frases para darle ritmo a sus palabras. La niña abre bien los ojos, como quien ha descubierto la salida de un laberinto después de creerse perdido, y exclama: entonces los cereales son como las nueces que le pusimos al pastel que horneamos para tu cumpleaños o los frijoles que prepara mi abuelita. No, le responde su madre, las nueces son frutos secos y los frijoles son legumbres; míralo así: los frutos secos te los puedes comer sin cocinarlos, sin que tengas que remojarlos en agua ni pasarlos por fuego, mientras que las legumbres, como los frijoles, debes ponerlos a cocer, pero tampoco mucho tiempo porque si no sale una plantita como aquel experimento que hiciste en el kínder, ¿te acuerdas?; así que si no están dulces antes de cocinarlos, si no están secos, si no los ponemos a remojar para cocinarlos, si no hacemos tortillas o pan con eso, pero sí se cultivan y se siembran y se cosechan y nacen y crecen de la tierra y nos ensuciamos las manos y las uñas y debemos estar bajo el sol para su cuidado los llamaremos hortalizas. La niña hace una mueca y entrecierra los ojos un momento, se ve que trata de poner en orden todo lo que su mamá acaba de explicarle y agrega: o también podemos decirles simplemente verduras, ¿no, mamá?
Karla Michelle Canett (@ArreLaQueBarre). Es egresada de la Licenciatura en Docencia de la Lengua y Literatura y de la Maestría en Lenguas Modernas de la UABC, donde también se desempeña como docente. Gestiona, junto con Elma Correa, el proyecto Habitaciones propias (IG@habitaciones_propias). Ha publicado en revistas como Cinosargo, El Septentrión, El Periódico de las Señoras, Neotraba y Ágora.